El poder de cambio está en nosotras- La Caravana en Seattle
Rosa María Barajas, Seattle, WA, 28 de octubre, 2016 - Lucia propuso la dinámica para el día de hoy. Ya de por sí iba a ser diferente porque iba a ser un foro de y para mujeres, y eso ameritaba un trato diferente. ¿Cómo hacer para que ellas, no sólo las caravaneras, sino todas ellas que iban a estar en un solo recinto pudieran compartir sus experiencias y su energía, tantas veces ignorada o hasta sepultada por los estigmas que nos ha impuesto la historia contada por los hombres? En la planeación de la actividad hubo, como siempre, una lluvia de ideas, muy atinadas por cierto. Y de allá, del rincón desde donde la compañera escuchaba calladita, levanta su mano para proponer. ¿Por qué no le hacemos como nosotras en mi pueblo, para organizarnos y trabajar en equipos? Pregunta Lucia tímida, Lucia que según ella no tiene nada que compartir. Escuchamos todas atentas, y conforme iba explicando, las sonrisas se dibujan en los labios; las cabezas de todas y todos asientan.
Ponerse en círculos y cantar una cancioncita que me recuerda mis juegos con mis hermanas, para después hacer grupos más pequeños y en ellos intercambiar ideas, dialogar pues. Que nos hablen también las compañeras de acá de cuáles son sus luchas y que están haciendo para resistir. A cada frase de esta mujer mixteca de baja estatura que recibe aprobación de sus compañeras, Lucia empieza a crecer, hasta hacerse gigante, y convertirse en quien entre broma y broma le llamaron las compañeras, la comandanta Lucia. Y lo asumió. Después de sus presentaciones donde cada una de las participantes de la caravana habló brevemente de sus luchas, se formó un circulo que abarcaba todo lo ancho de la sala donde estábamos, y ella lo recorrió dando instrucciones de cómo jugar ese juego importado de la mixteca alta. Dijo voy a cantar: donas, donas, donitas y…..no sé que era el resto de la canción, pero pude ver que cuando ella terminaba de cantar ¡todos corrieron para formar equipos de diez! ¿Por qué la comandanta escogió ese número? ¡Porque si! Y no cayeron en el revanchismo de no permitir que participaran hombres en la acciones, sobre todo porque también se les veían muchas ganas de dialogar.
Y se dio la compartición. En cuatro grupos, como los cuatro puntos cardinales, hombres, mujeres, jóvenes, viejos y viejas, nacidos en México, Estados Unidos, Chile, Filipinas, y no sé que otros lugares, los y las participantes compartieron historias que se enlazaban y entretejían. Carmen y Odalis escuchaban a un compañero que narraba como casi todos sus ingresos se le van en pagar renta, ahí en Seattle y recordaron como la misma situación se vive en el valle de San Quintín y la ciudad de México. Joaquina y Cristina revivieron el infierno de no encontrar a sus hijos después de 2 años, al escuchar al compañero refugiado de Chile que narra cómo fue preso político y tanta gente que desapareció bajo el gobierno de Pinochet. Miriam y Bertha supieron de la represión policiaca en contra del pueblo al escuchar como la policía en Estados Unidos arresta, golpea y hasta asesina a gente inocente, sobre todo si tu color de piel no es blanca. Al escuchar a jóvenes adolescentes que expresaron sus sueños de estudiar una carrera universitaria pero que lo ven difícil por el alto costo de la educación en Estados Unidos, Alicia se dio cuenta que lo que viene escuchando de sus compañeras de la CNTE es muy similar a lo que sucede con la educación en Estados Unidos hace ya varios años.
Toda esta dinámica se estaba dando al mismo tiempo que el campamento de Standing Rock en Dakota del Norte estaba siendo desalojado de forma violenta bajo el ataque de la policía. Lo supimos al final de la sesión pues Marcos, un joven danzante azteca, nos lo compartió con videos del Facebook. Así vimos que el despojo de la tierra y el no respeto a los usos y costumbres de los pueblos originarios no tienen fronteras. Al final, sin embargo, coincidieron todos y todas que el poder de cambio está en nosotras. Nosotros permitimos que todo escalé hasta aquí, decía otra compañera danzante, pero también nosotros podemos detenerlo.
